Melancolía o realidad

Siempre he preferido la rabia a la tristeza y la tristeza a la melancolía. Porque la rabia y la tristeza gritan, lloran, patalean, a...


Siempre he preferido la rabia a la tristeza
y la tristeza a la melancolía.


Porque la rabia y la tristeza gritan,
lloran,
patalean,
arañan,
desgarran.


Sin embargo, la melancolía es silenciosa.
Apenas te das cuenta de que existe,
pero ahí está. 


Restándole fuerza a tus mañanas,
aunque tu le eches la culpa al tiempo.


Quitándote energía para salir a la calle,
aunque tu quieras pensar que son los años.


Y esque la melancolía es como un virus.

La única diferencia es 

que en vez de infectar tu cuerpo contamina tus recuerdos.
La melancolía tiene un amplio abanico de recuerdos
y juega con ellos a su mereced. 

Además, siempre elige los más tristes 
para los días grises o las tardes de domingo.

Y cuando parece que has reparado en ella,
desaparece sigilosa, abandonándote al amparo de tu memoria. 

Así es la melancolía. 

Un virus que no se cura con pastillas.
Un virus que va consumiendo recuerdos, 

hasta que, por el desgaste, 
acabas rompiéndote y sin poder apenas andar.

Es ahí cuando sólo te quedan dos opciones:
reunir toda tu rabia para ponerte en pie, 
o tumbarte a esperar que la melancolía termine su trabajo.

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