La balsa

Tus manos eran mi refugio, mi humilde balsa, y ¿qué hago yo ahora que no tengo nada a lo que aferrarme? Voy nadando por el río y ya...


Tus manos eran mi refugio,
mi humilde balsa,
y ¿qué hago yo ahora que no tengo
nada a lo que aferrarme?


Voy nadando por el río
y ya no estás para arrimarme
hasta la orilla si me pierdo.


Voy nadando hacia las cataratas.

Oigo el ruido ensordecedor del abismo,
pero sigo nadando.


Ya no estás para avisarme del peligro.


Solo me acompaña la corriente
y juegan con mi cuerpo los recuerdos,
aunque me gusta imaginar que sólo son peces.


Voy nadando hasta la muerte
y ya no estás para salvarme.


Así que me dejo caer por la cascada
esperando el golpe final,
esperando el agua en mis pulmones,
esperando a que...


Espera.
No es agua lo que hay en mis pulmones.
Es aire.
Estoy volando.
Al fin estoy volando.
Y todo gracias a la corriente.
Todo gracias a que no estabas para advertirme del peligro.
Todo gracias a mí.
Sólo a mí.

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