Retaguardia

Mil ojos nos observan desde sus miedos más profundos. Cada uno de ellos nos ven de un color diferente, nos ponen un filtro que refleja...


Mil ojos nos observan desde sus
miedos más profundos.


Cada uno de ellos nos ven de un color diferente,
nos ponen un filtro que refleja
todas las inseguridades
que algún día les quitaron el sueño.


Y nos etiquetan.

Nos ponen todas las etiquetas que ellos nunca quisieron reconocer para si mismos.


Nos las pegan en la frente y nos las recuerdan cada vez que tropezamos.


Pero nosotros seguimos alzándonos
en la cumbre de una torre
la cual defendemos hasta con los
recuerdos mas débiles de nuestra memoria.


Alzamos la cabeza orgullosos de lo que somos, convencidos de que las etiquetas de otros jamás taparan los colores que ven nuestros ojos al mirarse al espejo.

Pero debemos reconocer que a veces las flechas que llegan a nuestro castillo
provoca algún que otro derrumbe.


Provoca algún temblor que pone en juego el alfil que otea el horizonte sin descanso.


Aun así, descendemos al foso
para recoger las piedras y volver a colocarlas en su sitio,
aunque no encajen igual que antes,
al menos que parezca que todo va bien.


Porque así somos.

Castillos reconstruidos una y otra vez
después de cada embestida inesperada.


Y mientras tanto, mil ojos siguen observándonos desde la retaguardia.
Esperando a que les demos la espalda.


Esperando a que descendamos al foso
para atacar nuestra torre.


Hasta que llegue un día en el que color de otros no tape la luz del nuestro.
Y al fin podamos colgar orgullosos en nuestra fachada la bandera de nuestro propio arcoíris.

Quizás también te interese

0 comentarios