Decisiones

Dicen que la vida es tomar decisiones. El vestido rojo o el azul. La casa al lado del campo o del trabajo. Traer una vida al mundo, ...


Dicen que la vida es tomar decisiones.

El vestido rojo o el azul.

La casa al lado del campo o del trabajo.


Traer una vida al mundo, o no.

Todo es pensar, decidir y actuar.

Pero a veces, son las decisiones las que nos toman a nosotros.

E intentan que las escuchemos.

Nos zarandean, nos tiran por el precipicio,
nos erizan la piel y nos llenan de lágrimas.


Y todo para hacerse oír y querer ser tomadas de la mano.

Porque ellas no tienen piernas para caminar ni ojos para existir.

Somos nosotros los que damos vida
a nuestras decisiones,
y hay que saber escucharlas a tiempo,
antes de que se produzca el desastre;
antes de que comiencen a apoderarse de nuestro cuerpo,
antes de que la decisión se convierta en nuestro peor enemigo.


Hay que saber cuando abrazarlas y seguir el camino.

Y besar a la piedra con la que has tropezado y te ha ayudado a avanzar.

Y besar a la decisión que tomaste hace tiempo, aunque nunca sepas si fue la correcta.

Porque las decisiones no son correctas o incorrectas.

Las decisiones son camino.

Son arena en los zapatos, sudor en las manos y sueños en las pestañas.

Las decisiones son, al fin y al cabo, los puntos cardinales que van formando el mapa que andamos, anduvimos y andaremos.

Así que no tengas miedo a escucharte,
a escucharlas,
y siempre sonríe por los errores,
esos que preceden a la victoria.


Sigue caminando con las decisiones
tomadas de la mano.


Y coge aire por lo que lograste.

Y exhala por lo que aun te espera.

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