El incendio

El mundo arde y nosotros permanecemos hieráticos como témpanos de hielo. Día tras día ruedan lágrimas de dolor por rostros en los que sólo ...

El mundo arde y nosotros permanecemos hieráticos como témpanos de hielo.

Día tras día ruedan lágrimas de dolor por rostros en los que sólo debería haber caricias.

Los gritos ahogan el oxígeno de las flores que quieren crecer alto y brillar bonito.

Pero nosotros sólo somos capaces de pronunciar palabras de consuelo del que nunca ha mirado a la muerte a los ojos.

Nos guarecemos detrás de un teléfono a través del cual nos llegan las imágenes del horror, mezcladas con recetas de cocina.

Y hablamos de que hay que cambiar el mundo, pero preferimos hacerlos desde el sofá.

Queremos formar parte del cambio,
pero preferimos reunirnos en masa para jugar a un videojuego antes que para luchar por nuestros derechos.

Y mientras tanto, el mundo arde. El mundo llora.

Y mientras esto no ocurra bajo nuestro techo, ¿Qué importa,verdad?.

No son nuestras familias las que de un día para otro dejan de mirar los pájaros volar para cerrar los ojos y no volver a abrirlos.

No es nuestra piel la que sangra ni nuestros oídos los que explotan tras actos suicidas de gente que cree hacer lo correcto por su dios.

No son nuestros ojos los que miran teñirse el aire de polvo y oscurecer hasta la más iluminada pupila de un niño.

Y, mientras tanto, el mundo arde. Y nosotros seguimos congelados.

Hasta que llegue el día en el que sea nuestro padre el que deje de soñar para siempre.

Hasta que llegue el día en el que quizás ya no haya más días.

Sólo espero que empecemos pronto a derretirnos para así poder apagar las llamas de odio que hoy incendian el mundo.

Porque la vida es maravillosa,
respirar tranquilo es maravilloso,
saber que hay un mañana es maravilloso.

Y está en nuestra mano lograr que así sea para todo el mundo.

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