¿Qué hacer cuando la felicidad se vuelve
tan resvaladiza y fugaz como una mariposa?

Viene, bebe de mi néctar, y se aleja despavorida.
Quizás debido al mal sabor de mis recuerdos.

Qué hacer cuando me doy cuenta de que
ya no soy feliz conmigo,
ni contigo,
ni sin tí.

Ójala existiera un punto medio
entre ese estar y no estar,
ese ser y no querer ser al mismo instante,
ese "quédate, pero no me obligues a olvidar quién soy".

Ójala existiera ese punto medio,
en el que lo irreal se mimetiza con mis pisadas,
para así alcanzar el suelo cuando vengas a mi memoria.

Porque yo no sé que hacer ahora que no estás.

Ayer me miré al espejo
y creo que empecé a encontrarme,
pero la felicidad sigue sin reparar en mi presencia.

Por eso sé que deberías venir
a besar mis párpados a pesar de las murallas.
Así quizás mi nectar deje de saber amargo,
y las mariposas decidan jugar a quedarse,
aunque tu ya no lo hagas.