Tren hacia ninguna parte
4/06/2016
Hace ya 12 años que el mundo brilla un poco menos.
Aquel 11 de Marzo se apagaron unas voces que aún
tenían mucho que gritarle a la vida.
Se fueron unos sueños locos por permanecer,
se evaporaron promesas,
se consumieron recuerdos.
Hace ya mucho tiempo que el mundo gira más despacio.
Aquel día las hojas se marchitaron
aun siendo el mes en el que despierta la primavera.
La luz del sol quedó eclipsada por unas lágrimas
que eran incapaces de ahogar los gritos de desconsuelo.
El silencio de las calles era tan abrumador,
que jamás podrá salir de todos los corazones
que sentimos el dolor vestido con su peor traje.
Hace ya mucho tiempo que os fuisteis,
estrellas fugaces,
pero no por ello dejasteis de existir,
porque cada vez que amanece el día
vosotros despertáis en el recuerdo.
Hacéis que la vida aún merezca la pena
gracias a todas las huellas
que dejasteis marcadas en el camino.
Hace ya mucho tiempo que os arrancaron de la tierra,
flores de plata,
pero no por ello quedaréis en el olvido.
Porque la memoria que habita en nuestra cabeza
tiene fecha de caducidad.
Pero la memoria que habita en el corazón,
esa astuta y humilde memoria,
es inquebrantable.
Por eso, jamás olvidaremos.
Jamás olvidaremos las miradas de consuelo,
las risas, los llantos,
las huidas y bienvenidas,
el aroma de vuestro pelo,
el color de vuestra sonrisa.
Nunca olvidaremos,
como tampoco dejaremos de luchar.
Seguiremos luchando por un mundo en el que la sangre
sólo se vea en las rodillas de un niño que se ha caído al suelo.
Un mundo en el que el miedo sólo exista
cuando te subes a una montaña rusa.
Seguiremos luchando para que las injusticias
se cansen ya de hacer daño y se pongan del lado de los buenos.
Seguiremos luchando por todos aquellos que dejaron de ser flor,
pero que aún siguen polinizándonos cada mañana.
Porque, como bien dijo un día Neruda:
“Podrán arrancar todas las flores,
pero jamás podrán detener la primavera”
Aquel día las hojas se marchitaron
aun siendo el mes en el que despierta la primavera.
La luz del sol quedó eclipsada por unas lágrimas
que eran incapaces de ahogar los gritos de desconsuelo.
El silencio de las calles era tan abrumador,
que jamás podrá salir de todos los corazones
que sentimos el dolor vestido con su peor traje.
Hace ya mucho tiempo que os fuisteis,
estrellas fugaces,
pero no por ello dejasteis de existir,
porque cada vez que amanece el día
vosotros despertáis en el recuerdo.
Hacéis que la vida aún merezca la pena
gracias a todas las huellas
que dejasteis marcadas en el camino.
Hace ya mucho tiempo que os arrancaron de la tierra,
flores de plata,
pero no por ello quedaréis en el olvido.
Porque la memoria que habita en nuestra cabeza
tiene fecha de caducidad.
Pero la memoria que habita en el corazón,
esa astuta y humilde memoria,
es inquebrantable.
Por eso, jamás olvidaremos.
Jamás olvidaremos las miradas de consuelo,
las risas, los llantos,
las huidas y bienvenidas,
el aroma de vuestro pelo,
el color de vuestra sonrisa.
Nunca olvidaremos,
como tampoco dejaremos de luchar.
Seguiremos luchando por un mundo en el que la sangre
sólo se vea en las rodillas de un niño que se ha caído al suelo.
Un mundo en el que el miedo sólo exista
cuando te subes a una montaña rusa.
Seguiremos luchando para que las injusticias
se cansen ya de hacer daño y se pongan del lado de los buenos.
Seguiremos luchando por todos aquellos que dejaron de ser flor,
pero que aún siguen polinizándonos cada mañana.
Porque, como bien dijo un día Neruda:
“Podrán arrancar todas las flores,
pero jamás podrán detener la primavera”
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