Luz en la oscuridad

Te mueves entre sombras por miedo a que un rayo de luz te deslumbre ante el resto. Pasas por la vida de puntillas, inadvertida, como s...


Te mueves entre sombras por miedo
a que un rayo de luz te deslumbre ante el resto.


Pasas por la vida de puntillas, inadvertida,
como si la gente fuera un abismo
y tu andaras con un pie al borde del derrumbe.


Pareces débil, sumisa, inalcanzable,
pero tienes por dentro una fuerza tan grande,
que si la dejaras escapar jamás podrías recuperarla.


Y yo, que siempre he querido protegerte,
creyéndome fuerte por las dos,
saliendo a la calle con la cabeza bien alta,
comiéndome el mundo por tí,
demotrándole a la vida que no puede con nosotras.


Yo, que siempre te he infravalorado,
que siempre he querido ganar una jugada
por todas las partidas que un día te arrebataron,
al fin me doy cuenta de todo lo que me has dado
y todo lo que he perdido por no saberlo apreciar.


Al fin me doy cuenta de que,
a pesar de ser dos polos opuestos
que sólo se funden en los días de tormenta,
no sabemos continuar la historia la una sin la otra.


Por eso quiero perdirte perdón.

Por todos los gritos injustificados,
aquellos que tuve que gritarle al espejo
para que fuera él quien se rompiera en pedazos,
no tu débil e inocente corazón.


Por las lagrimas que algún día
te han salido a borbotones por mi culpa,
por mi cabezonería,
por ese “quiero y puedo hacerlo sin ti”


Perdóname, porque ahora que te tengo conmigo
puedo decirte todo lo que te quiero
sin necesidad de dejar una carta o unas palabras al viento.


Ahora que aún estás a mi lado,
podemos recuperar el tiempo perdido,
y todos aquellos abrazos que el orgullo,
la rabia o la adolescencia un día nos arrebataron.


Gracias por darme la vida,
aunque a veces se me escape de las manos.


Gracias por brillar como lo haces,
porque te aseguro que, sin tí,
jamás podría haber conseguido
todo lo que alberga mi pasado.


Gracias por ser,
por estar
y por permanecer.

Gracias por existir, mamá.

Quizás también te interese

0 comentarios