He vuelto a tropezar con una piedra de tu camino.
Es este día gris el que me ha empujado a hacerlo,
y he caído en el hueco más profundo de tu pasado.

He visto miradas sin destellos,
he visto cómo llorabas sin aliento,
y me he ahogado en lágrimas que sabían a fracaso.

He visto un color en tu piel
con el que jamás pensé que te podrias pintar.
Era ese color grisaceo que sólo aparece
con la ausencia de un sueño.
Y tú tenías la mayor colección de ausencias
que jamás habría imaginado sentir.

Allí eras tú sin serlo,
eras tu sin tí,
eras tú sin mí.

Espero no volver a tropezarme con esa piedra.

No quiero que vuelvas a ese lugar
en el que tus pasos eran pura inercia
y no existía ni un solo atisbo
de la sonrisa que me ilumina cada mañana.

Sólo quiero cogerte de la mano
y estar en tu caída si tropiezas,
para así poder asegurarme de que tu piel
jamás volverá a lucir otro color
que no sea el rosado de mis mejillas.