Qué desgarrador es escribir.
Sobre todo cuando escribo
algún temor que me aplacaba
y al leerlo me libero
de ese injusto y banal miedo.

Qué desgarrador es escribir.
Sobre todo cuando leo
esa estrofa que nació en mis labios
y hoy, llena de esperanza,
crece fuerte entre mis manos.

Qué desgarrador es escribir.
Sobre todo cuando grito
aquellas palabras perplejas
que aún no son conscientes
de que el mundo respira por ellas. 


Qué desgarrador es escribir.
Sobre todo cuando cuento
algún instante perfecto
que ha decidio instalarse
en mi fugaz e insolente memoria.

Qué desgarrador es pedirte
que detengas el tiempo en mis labios
para que, en forma de versos,
pueda hacerte el amor sin tocarnos
en tu sutil e inquebrantable memoria.

Y si decides quedarte a escuchar
a esta tenaz y desastrosa poeta
reúno mi voz, reúno mis fuerzas
y lentamente me desgarro para tí.