Ardemos en el invierno

Navegamos por una locura en la que siempre tildamos de locos a otros, y nos alzamos cuerdos ante el resto. Insultamos a un pasado que...



Navegamos por una locura en la que siempre
tildamos de locos a otros, y nos alzamos cuerdos ante el resto.


Insultamos a un pasado que un día tuvo el detalle de regalarnos
momentos que siempre permanecerán en el futuro.


Nos atamos los pies y sellamos nuestra boca
cuando lo único que queremos es salir corriendo
y gritarle al mundo que seguimos existiendo.


Y todo para complacer los deseos de aquellas personas
que siempre creen decir lo correcto,
siempre creen saber cual será el asfalto
que cubrirá nuestro incierto camino.


Pero ya va siendo hora de que nos miremos al espejo
y nos digamos las cosas claras.


Nosotros somos los únicos responsables
de todo lo que nos ocurre.
No le echemos la culpa a nadie,
y menos a ese ingenuo Karma al que siempre acudimos
cuando no somos capaces de ser críticos
con nosotros mismos.


Es hora de ser libres y de no sentirnos culpables por ello.

Así que hagamos del presente el único momento que
nos tiene que (pre) ocupar de ahora en adelante.


No seáis cobardes y paséis de largo por todo aquello
que despierta al demonio que todos llevamos dentro.


No esperéis alcanzar un paraíso que nos librará
de una conciencia manchada,
una conciencia arrepentida
por todo lo que un día no debimos hacer
pero que, áun así,
repetiriamos las vidas que hicieran falta.    

No esperéis al ángel y aprended a vivir con el demonio.
Arded en el invierno de vuestras vidas.


Porque, quizás,

la respuesta a todo este incendio
sólo se encuentre si aprendemos a mirar
más allá de las llamas.  

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