Todo es culpa de esta tarde de domingo,
en la que no se si soy rubia o morena,
si soy tuya o soy mía,
si soy boca o soy bocado,
si soy de noche o soy de día.

Todo es culpa de esta tarde de domingo,
en la que vienes a visitarme sin que te lo pida,
y enciendes en mi memoria el recuerdo
de la sonrisa que tampoco pedí
esa mañana de conciencia y desafío.

Todo es culpa de esta tarde de domingo,
en la que lo sencillo se vuelve mortal,
lo mortal se vuelve fantasía
y la fantasía...
la fantasía se viste con tu nombre.

Todo es culpa de esta tarde de domingo,
en la que escucho una canción de Quique Gonzalez
y empiezan a abrazarme desde lejos
unas manos que no me pertenecen
pero me prometen un cielo infinito
lleno de cerveza y recuerdos pasajeros.

Todo es culpa de esta tarde de domingo,
donde leo sin palabra alguna
esa historia que convertiste en fracaso
y hasta las lágrimas de la apagada chica
me incitan a mirar por la ventana con melancolía.

Pero,¿qué seríamos sin las tardes de domingo?.
Las mejores canciones  nacieron una tarde de domingo,
los mejores poetas nacieron una tarde de domingo,
los mejores besos nacen en una tarde domingo,
y las peores mentiras mueren en una tarde de domingo.

Sin embaro, hoy sólo quiero que acabe pronto.
Y fíjate si la situacion es grave
que el sonido del despertador
que mañana levantará al lunes
y a todas las contrasonrisas de lunes,
y a toda la lluvia sin ser lluvia de lunes,
y a toda la sal en las heridas de lunes,
el sonido de ese infeliz e insensible despertador
me parece, sin duda, la más bella melodía.