Decisiones
12/04/2016
Dicen que la vida es tomar decisiones.
El vestido rojo o el azul.
La casa al lado del campo o del trabajo.
Traer una vida al mundo, o no.
Todo es pensar, decidir y actuar.
Pero a veces, son las decisiones las que nos toman a nosotros.
E intentan que las escuchemos.
Nos zarandean, nos tiran por el precipicio,
nos erizan la piel y nos llenan de lágrimas.
Y todo para hacerse oír y querer ser tomadas de la mano.
Porque ellas no tienen piernas para caminar ni ojos para existir.
Somos nosotros los que damos vida
a nuestras decisiones,
y hay que saber escucharlas a tiempo,
antes de que se produzca el desastre;
antes de que comiencen a apoderarse de nuestro cuerpo,
antes de que la decisión se convierta en nuestro peor enemigo.
Hay que saber cuando abrazarlas y seguir el camino.
Y besar a la piedra con la que has tropezado y te ha ayudado a avanzar.
Y besar a la decisión que tomaste hace tiempo, aunque nunca sepas si fue la correcta.
Porque las decisiones no son correctas o incorrectas.
Las decisiones son camino.
Son arena en los zapatos, sudor en las manos y sueños en las pestañas.
Las decisiones son, al fin y al cabo, los puntos cardinales que van formando el mapa que andamos, anduvimos y andaremos.
Así que no tengas miedo a escucharte,
a escucharlas,
y siempre sonríe por los errores,
esos que preceden a la victoria.
Sigue caminando con las decisiones
tomadas de la mano.
Y coge aire por lo que lograste.
Y exhala por lo que aun te espera.
Pero a veces, son las decisiones las que nos toman a nosotros.
E intentan que las escuchemos.
Nos zarandean, nos tiran por el precipicio,
nos erizan la piel y nos llenan de lágrimas.
Y todo para hacerse oír y querer ser tomadas de la mano.
Porque ellas no tienen piernas para caminar ni ojos para existir.
Somos nosotros los que damos vida
a nuestras decisiones,
y hay que saber escucharlas a tiempo,
antes de que se produzca el desastre;
antes de que comiencen a apoderarse de nuestro cuerpo,
antes de que la decisión se convierta en nuestro peor enemigo.
Hay que saber cuando abrazarlas y seguir el camino.
Y besar a la piedra con la que has tropezado y te ha ayudado a avanzar.
Y besar a la decisión que tomaste hace tiempo, aunque nunca sepas si fue la correcta.
Porque las decisiones no son correctas o incorrectas.
Las decisiones son camino.
Son arena en los zapatos, sudor en las manos y sueños en las pestañas.
Las decisiones son, al fin y al cabo, los puntos cardinales que van formando el mapa que andamos, anduvimos y andaremos.
Así que no tengas miedo a escucharte,
a escucharlas,
y siempre sonríe por los errores,
esos que preceden a la victoria.
Sigue caminando con las decisiones
tomadas de la mano.
Y coge aire por lo que lograste.
Y exhala por lo que aun te espera.
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